
Emeryl Fleischman
Paladín al servicio del Dios de la Luz y la Esperanza Daví; mujer errante dedicada a asistir al débil y al necesitado allá donde haga falta; sanadora de heridos y purificadora de enfermos.
Historia
Hija de Burgués y Matrona, ambos separados y criada por su progenitora; no tardó en llevar una pronta vida cercana al mundo de las cortesanas y el pecado; sirviendo en la cocina del burdel que su madre regía; siendo testigo de los actos que tanto clientes como empleadas cometían en aquel antro alejada de una dura y horrenda realidad pues; probablemente cuando alcanzase la mayoría de edad terminaría ejerciendo el mismo oficio que aquellas ahora empleadas de su madre.
Con los años la pequeña Emeryl empezó a entablar amistades con las distintas mujeres que trabajaban en aquel local; y los hombres que transitaban como clientes. Aprendiendo a cantar, cocinar e incluso leer con asistencia de las cortesanas más entradas en años, estaba convirtiéndose en una mujer llena de amabilidad, empatía y dispuesta a ayudar cuando alguien gritaba su nombre en el burdel hasta que finalmente llegó el momento... el día terminó y en cuanto las campanas tañeron las doce de la noche dando paso a su cumpleaños, su madre no tardó en intentar convencerla de que ejerciera el mismo oficio que ella y muchas de las empleadas que vivían en aquél lugar; era después de todo un trabajo asegurado, sencillo e incluso podría hasta llegar a disfrutarlo, pero Emeryl no lo veía de aquella forma... pero su madre no parecía aceptar un no por respuesta, colocándola en uno de los puestos más "suaves" sirviendo copas entre los comensales, conversando con clientes que gracias al alcohol a veces buscaban aprovechar la poca inocencia que aún le quedaba a la pobre Emeryl.
Un día, un grupo de hombres emplacados, ataviados con tabardos y que parecían portar un libro cada uno aparte de su hoja, se adentraron en el burdel para poder disfrutar de lo que parecía ser su único día libre en meses; obviamente a Emeryl le encasquetaron a uno de los visitantes; un hombre de cabellera blanquecina, orbes azules y alguna que otra cicatriz en el rostro, marcado por su serenidad y mirar ligeramente perdido, pensando que sería un veterano más de cerca parecía no estar más allá de la treintena. Emeryl, no tardó en ejercer su oficio impuesto por la mujer que la engendró, conversando con aquél hombre en un forzado tono que buscaba ser seductivo aunque el caballero simplemente respondía con palabras cortas hasta que finalmente decidió abrirse un poco más, explayando quiénes eran él y sus acompañantes. Paladines, hombres de fé dedicados a una ardua tarea impuesta por su Dios, Daví, estaban buscando un grial perdido por la Iglesia siglos atrás y en el trayecto habían perdido personal, por lo que buscaban reclutas nuevos, gente que estuviera dispuesta a llevar la vida de un Paladín.
Emeryl, asombrada por semejante historia no tardó en mirar hacia donde la Matrona se encontraba, entrecerrando sus párpados con una leve sonrisa, volviendo entonces al caballero inclinando su cabeza, cambiando su tono a uno algo más serio, ofreciéndose voluntaria para aquella vida. Gesto que no tardó en provocar al Paladín un fuerte atragantar por la sorpresa, aún así aceptó a regañadientes, después de todo cualquier voluntariado era permitido, ya fuese una cortesana o el hijo de un noble.
Tras despedirse de quienes eran su familia; partió junto con los Paladines de Daví para poder recibir sus enseñanzas, votos y juramentos; aprendiendo a usar el arma y la Luz de su ahora nueva deidad terminaría convirtiéndose en una Paladín de gran potencial que decidió emprender la búsqueda de aquél Grial por su propia cuenta, no por soberbia ni por la gloria de obtenerlo ella sola, sino para cubrir más terreno, y así asistir a la Orden.